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La leucemia mieloide aguda (AML) puede causar muchos signos y síntomas diferentes. Algunos son más comunes con ciertos subtipos de AML.
Las personas con AML con frecuencia presentan varios síntomas no específicos (generales) que pueden incluir:
Estos síntomas no sólo son causados por la AML, sino que con más frecuencia son provocados por otra afección que no es leucemia.
Muchos signos y síntomas de la AML son el resultado de la carencia de células sanguíneas normales, lo que sucede cuando las células leucémicas desplazan las células productoras de sangre normales en la médula ósea. En consecuencia, las personas no tienen suficientes glóbulos rojos, glóbulos blancos ni plaquetas normales. Estas carencias se manifiestan en las pruebas de sangre, y también pueden causar síntomas.
Los glóbulos rojos llevan oxígeno a todas las células del cuerpo. Una disminución de glóbulos rojos puede causar:
Las infecciones pueden ocurrir debido a una escasez de glóbulos blancos normales (leucopenia), específicamente una escasez de glóbulos blancos que combaten infecciones, llamados neutrófilos (una afección llamada neutropenia). Las personas con AML pueden contraer infecciones que no parecen desaparecer o pueden contraer una infección después de otra. A menudo, la fiebre va acompañada de la infección.
Aunque las personas con AML pueden tener un recuento alto de glóbulos blancos debido al número excesivo de células leucémicas, estas células no protegen contra las infecciones de la manera en que lo hacen los glóbulos blancos normales.
Las plaquetas normalmente ayudan a detener el sangrado. Un número disminuido de plaquetas sanguíneas (trombocitopenia) puede dar lugar a:
Las células cancerosas en la AML (blastos) son más grandes que los glóbulos blancos normales y tienen más dificultad en pasar por diminutos vasos sanguíneos. Si el recuento de blastos sube mucho, estas células pueden tapar los vasos sanguíneos y dificultar que los glóbulos rojos normales (y oxígeno) alcancen los tejidos. A esto se le llama leucostasis. La leucostasis se presenta en pocas ocasiones, aunque es una emergencia médica que requiere tratamiento inmediatamente. Algunos de los síntomas son parecidos a los que se presentan con un accidente cerebrovascular, e incluyen:
Cuando se afectan los vasos sanguíneos en los pulmones, las personas presentan dificultad para respirar. También se pueden afectar los vasos sanguíneos en los ojos, lo que causa visión borrosa o incluso pérdida de visión.
Los pacientes con cierto tipo de AML llamada leucemia promielocítica aguda (APL) pueden presentar problemas con hemorragia y coagulación de la sangre. Pueden presentar muchos sangrados por la nariz, o sangrar en exceso cuando tienen una herida. Además, estos pacientes pueden presentar hinchazón en la pantorrilla debido a un coágulo sanguíneo llamado flebotrombosis profunda (DVT) o dolor en el pecho y dificultad para respirar a causa de un coágulo sanguíneo en los pulmones (embolia pulmonar).
Algunas personas con AML presentan dolores en los huesos o en las articulaciones causados por la acumulación de las células leucémicas en estas áreas.
Las células leucémicas se pueden acumular en el hígado y el bazo, causando que estos órganos aumenten de tamaño. Esto puede notarse como llenura o hinchazón del abdomen. Generalmente las costillas inferiores cubren estos órganos, pero cuando están agrandados es posible que el médico los pueda palpar.
Si las células de la leucemia se propagan a la piel, pueden causar protuberancias o manchas que pueden parecer un sarpullido común. Una acumulación parecida a un tumor de células de la leucemia mieloide aguda debajo de la piel o en otras partes del cuerpo recibe el nombre de cloroma, sarcoma granulocítico o sarcoma mieloide. Rara vez, la AML aparecerá primero como un cloroma y sin células leucémicas en la médula ósea.
Ciertos tipos de AML se pueden propagar a las encías, causando hinchazón, dolor y sangrado.
Con menos frecuencia, las células leucémicas se pueden propagar a otros órganos. La propagación al cerebro y a la médula espinal puede causar síntomas, como:
En pocas ocasiones, la AML se puede propagar a los ojos, los testículos, los riñones u otros órganos.
En pocas ocasiones, la AML se puede propagar a los ganglios linfáticos (grupos de células del sistema inmunitario que tienen la forma de un frijol que se encuentran en todo el cuerpo), ocasionando que se hagan más grandes. Los ganglios afectados en el cuello, en la ingle, en el área de las axilas, o sobre la clavícula, se pueden sentir como protuberancias debajo de la piel.
Aunque cualquiera de los síntomas y signos mencionados pueden ser causados por la AML, también pueden ser causados por otras afecciones. Aun así, si usted presenta cualquiera de estos problemas, especialmente si persisten o empeoran, es importante que consulte con su médico para que se pueda encontrar y tratar la causa, de ser necesario.
Equipo de redactores y equipo de editores médicos de la American Cancer Society
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Actualización más reciente: agosto 21, 2018
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