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La mayoría de las personas con linfoma no Hodgkin busca atención médica porque palparon una masa que no ha desaparecido, presenta algunos de otros síntomas de linfoma no Hodgkin, o simplemente no se siente bien y acude al médico para una revisión médica.
Si usted presenta signos o síntomas que sugieran que pueda padecer linfoma, se realizarán exámenes y pruebas para confirmar esto y, de ser así, para determinar exactamente cuál es el tipo exacto de linfoma.
Su médico querrá hacer un historial médico completo, incluyendo información sobre sus síntomas, posibles factores de riesgo, y otras afecciones médicas.
El próximo paso es un examen que su médico realizará prestando especial atención a los ganglios linfáticos y a otras áreas del cuerpo que pudieran estar afectadas, incluyendo el bazo y el hígado. Debido a que las infecciones son la causa más común de los ganglios linfáticos agrandados, el médico determinará si hay infección cerca de los ganglios linfáticos hinchados.
Es posible que su médico también ordene análisis de sangre para identificar signos de infección u otros problemas. No obstante, los análisis de sangre no se usan para diagnosticar el linfoma de Hodgkin. Si el médico sospecha que el linfoma puede estar causando sus síntomas, él o ella recomendará una biopsia del ganglio linfático hinchado o de cualquier otra área afectada.
Para realizar una biopsia, se extrae un pequeño fragmento de un ganglio linfático, o con más frecuencia, se extra un ganglio linfático completo para su posterior análisis en el laboratorio.
Una biopsia es la única manera de confirmar que una persona tiene linfoma no Hodgkin. Sin embargo, la biopsia no siempre se realiza de inmediato, ya que muchos síntomas de linfoma no Hodgkin también pueden ser causados por otros problemas, como una infección, o por otros tipos de cáncer. Por ejemplo, los ganglios linfáticos agrandados se presentan con más frecuencia debido a infecciones que por linfoma. Debido a esto, los médicos a menudo recetan antibióticos y esperan varias semanas para ver si los ganglios linfáticos agrandados disminuyen de tamaño. Si los ganglios mantienen el mismo tamaño o si continúan creciendo, el médico podría ordenar una biopsia.
En algunos casos puede que se requiera una biopsia inmediata si el tamaño, textura o localización de un ganglio linfático, o la presencia de otros síntomas sugiere contundentemente que pudiera tratarse de un linfoma.
Existen varios tipos de biopsias. Los médicos deciden cuál utilizar según la situación de cada persona.
Biopsia por escisión o incisión: Este es el tipo de biopsia más común y preferido si se sospecha de linfoma, porque casi siempre proporciona suficiente muestra para diagnosticar el tipo exacto de NHL.
En este procedimiento un cirujano corta la piel para extirpar un ganglio linfático.
Si el ganglio agrandado está localizado solo bajo la piel, la operación es simple y a menudo se puede realizar con anestesia local (medicamentos para adormecer una zona determinada). Pero si el ganglio se encuentra dentro del tórax o del abdomen, usted será sedado (se administran medicamentos que le hacen sentir soñoliento y relajado) o se le administra anestesia general ( medicamentos que inducen a un profundo sueño).
Biopsia con aguja: las biopsias con aguja son menos invasivas que las biopsias por incisión y por escisión. Sin embargo, la desventaja de las biopsias con aguja consiste en que posiblemente no se obtenga suficiente cantidad de muestra para diagnosticar el linfoma (o para determinar su tipo). La mayoría de los médicos no hacen biopsias con agujas para diagnosticar un linfoma. Pero si el médico sospecha que el ganglio linfático está agrandado debido a una infección o a la propagación de un cáncer existente en otro órgano (como el seno, los pulmones, la tiroides), la biopsia con aguja puede ser el primer tipo de biopsia que se haga. Es posible que se requiera de una biopsia escisional para diagnosticar y clasificar el linfoma, aun después de hacer una biopsia con aguja.
Existen dos tipos principales de biopsia con aguja:
Para realizar la biopsia a un ganglio agrandado que está justo debajo de la piel, el médico puede dirigir la aguja mientras palpa el ganglio. Si el ganglio o el tumor está localizado en un sitio profundo del cuerpo, el médico puede guiar la aguja usando una tomografía computarizada o una ecografía (los estudios por imágenes se describen más adelante en esta sección).
Si el linfoma ya ha sido diagnosticado, a veces se realizan biopsias con agujas para examinar áreas en otras partes del cuerpo que pudieran indicar una propagación del linfoma o que éste haya regresado después del tratamiento.
Estos procedimientos no se hacen normalmente para diagnosticar el linfoma, pero puede que se usen para ayudar a determinar la etapa (extensión) de un linfoma ya diagnosticado.
Aspirado y biopsia de médula ósea: estos procedimientos a menudo se realizan después de haber diagnosticado un linfoma para ayudar a determinar si ha alcanzado la médula ósea. A menudo, las dos pruebas se hacen al mismo tiempo. Por lo general, las muestras se toman de la parte posterior del hueso de la pelvis (cadera), aunque en algunos casos se pueden tomar de otros huesos.
En el procedimiento de aspirado de médula ósea, el paciente se acuesta sobre una mesa (ya sea sobre su costado o su abdomen). Después de limpiar la piel que se encuentra sobre la cadera, el médico adormece el área y la superficie del hueso con un anestésico local, que puede causar una breve sensación de escozor o ardor. Luego se inserta una aguja delgada y hueca en el hueso, y se usa una jeringa para aspirar una pequeña cantidad de médula ósea líquida. Hasta con el uso de un anestésico, la mayoría de las personas experimentan algo de dolor breve cuando se extrae la médula ósea.
Generalmente se realiza una biopsia de médula ósea inmediatamente después del aspirado. Se extrae un pequeño trozo de hueso y de médula con una aguja ligeramente más grande con la que se perfora el hueso. La biopsia también puede causar algo de dolor brevemente.
Punción lumbar: esta prueba se usa para detectar células de linfoma en el líquido cefalorraquídeo (CSF), que es el líquido que baña el cerebro y la médula espinal. La mayoría de las personas con linfoma no necesitarán esta prueba. Sin embargo, los médicos pueden ordenarla para ciertos tipos de linfoma o si una persona tiene síntomas que sugieren que el linfoma pudo haber alcanzado el cerebro.
Para esta prueba, usted puede sentarse o acostarse de lado. El médico primero adormece un área en la parte baja de su espalda sobre la columna vertebral. Entonces se introduce una pequeña aguja hueca entre los huesos de la médula espinal para extraer algo de líquido.
Muestras del líquido pleural o peritoneal: el linfoma que se ha propagado al tórax o al abdomen puede causar la acumulación de líquido. El líquido pleural (dentro del tórax) o líquido peritoneal (dentro del abdomen) puede extraerse colocando una aguja hueca a través de la piel en el tórax o en el abdomen.
El médico usa un anestésico local para adormecer la piel antes de insertar la aguja. Este líquido entonces se extrae y se examina en el laboratorio para saber si contiene células de linfoma.
Un patólogo, quien es un médico entrenado especialmente para reconocer células cancerosas, examina todas las muestras de biopsia y líquidos en el laboratorio. El tamaño y la forma de las células, y cómo se encuentran ordenadas puede mostrar no sólo si la persona tiene un linfoma, sino también el tipo de linfoma. Pero generalmente también se necesitan otros tipos de pruebas de laboratorio.
Citometría de flujo e inmunohistoquímica: para la citometría de flujo o la inmunohistoquímica, las muestras de biopsia se tratan con anticuerpos que se adhieren a ciertas proteínas sobre las células. Las células son entonces examinadas en el laboratorio (inmunohistoquímica) o con una máquina especial (por citometría de flujo), para ver si los anticuerpos se unieron a ellas.
Estas pruebas pueden ayudar a determinar si un ganglio linfático está agrandado debido a un linfoma, a algún otro tipo de cáncer o a una enfermedad no cancerosa. Los exámenes también pueden utilizarse para determinar el inmunofenotipo (el tipo de linfoma que tiene una persona, basándose en ciertas proteínas que se encuentran en o sobre las células). Los diferentes tipos de linfocitos tienen distintas proteínas en sus superficies que corresponden al tipo de linfocito y a su madurez.
Pruebas de los cromosomas: las células humanas normales tienen 23 pares de cromosomas (cadenas de ADN), cada una de las cuales tienen un tamaño específico y una apariencia también específica cuando se examinan en el laboratorio. Pero en algunos tipos de linfoma, las células tienen cambios en sus cromosomas, tal como demasiados cromosomas, muy pocos de estos o cromosomas anormales. Estos cambios a menudo pueden ayudar a identificar el tipo de linfoma.
Los estudios por imágenes utilizan ondas sonoras, rayos X, campos magnéticos o partículas radiactivas para obtener imágenes del interior del cuerpo. Estos estudios se pueden realizar por varias razones, incluyendo:
Se pueden realizar radiografías de tórax para determinar si hay ganglios linfáticos agrandados en esta área.
Una tomografía computarizada (CT) combina muchos rayos X para producir imágenes transversales detalladas de su cuerpo. Este estudio puede ayudar a indicar si cualesquiera de sus ganglios linfáticos u órganos están agrandados. La tomografía es útil para detectar linfomas en el abdomen, la pelvis, el tórax, la cabeza y el cuello.
Biopsia con aguja guiada por tomografía computarizada (CT): se puede emplear también una tomografía computarizada (CT) para guiar una aguja de biopsia hacia una región sospechosa. Para este procedimiento, usted se acuesta en la camilla de la CT, mientras un médico mueve una aguja de biopsia a través de la piel y hacia el área. Las CT se repiten hasta que la aguja esté en el lugar correcto. Entonces, se extrae una muestra de biopsia y se examina en el laboratorio.
Al igual que la CT, las imágenes por resonancia magnética (MRI) muestran imágenes detalladas de los tejidos blandos del cuerpo. Sin embargo, las MRI utilizan ondas de radio e imanes potentes en lugar de rayos X. Las MRI no se usan con tanta frecuencia como las tomografías computarizadas para el linfoma, pero, si a su médico le preocupa que haya propagación a su médula espinal o su cerebro, la MRI es muy útil para estudiar estas áreas.
En la ecografía, o ultrasonido, se utilizan ondas sonoras y el eco que estas producen para producir imágenes de los órganos o masas internas. En el tipo más común de ecografía, se coloca en la piel un pequeño instrumento que parece un micrófono y que se llama transductor (que primero se lubrica con gel). La ecografía emite ondas de sonido y recoge el eco que rebota desde los órganos. Una computadora convierte el eco en una imagen en la pantalla.
Se puede usar para observar los ganglios linfáticos cercanos a la superficie del cuerpo o para observar ganglios linfáticos agrandados dentro de su abdomen u órganos como el hígado y el bazo. También puede detectar riñones que han crecido en tamaño debido a que el flujo de la orina ha sido bloqueado por ganglios linfáticos agrandados.
Para realizar una tomografía por emisión de positrones (PET) se le inyecta un tipo de azúcar ligeramente radiactivo que se acumula principalmente en las células cancerosas. Después se usa una cámara especial para crear una imagen de las áreas de radiactividad en el cuerpo. La imagen no es muy detallada, como en la CT o MRI, pero puede proveer información útil sobre todo su cuerpo.
Si usted tiene linfoma, se puede hacer una PET para:
Estudio PET/CT: algunas máquinas pueden hacer una PET y una CT al mismo tiempo. Esto permite al médico comparar las áreas de mayor radiactividad en la PET con la apariencia más detallada de esa área en la CT. La PET/CT a menudo puede ayudar a localizar mejor las áreas de linfoma que una CT sola.
Por lo general, este estudio se hace si la persona está presentando dolor de huesos o los resultados del laboratorio sugieren que el linfoma pudo haber alcanzado los huesos.
Para las gammagrafías óseas, se inyecta una sustancia radiactiva (llamada tecnecio) en una vena. Esta se desplaza a las zonas de hueso afectadas, y una cámara especial puede entonces detectar la radiactividad. El linfoma a menudo causa daño a los huesos, lo que puede reflejarse en una gammagrafía ósea. Sin embargo, las gammagrafías óseas no pueden indicar la diferencia entre los cánceres y los problemas no cancerosos, tal como artritis y fracturas, de modo que podrían ser necesarias pruebas adicionales.
Los análisis de sangre no se usan para diagnosticar linfoma, pero a veces pueden ayudar a determinar cuán avanzado está el linfoma.
Estas pruebas no se usan para diagnosticar el linfoma, pero puede que se realicen si usted recibirá ciertos medicamentos de quimioterapia comúnmente usados para tratar linfoma que pueden afectar el corazón o los pulmones.
Equipo de redactores y equipo de editores médicos de la American Cancer Society
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Freedman AS, Jacobson CA, Mauch P, Aster JC. Chapter 103: Non-Hodgkin’s lymphoma. In: DeVita VT, Lawrence TS, Rosenberg SA, eds. DeVita, Hellman, and Rosenberg’s Cancer: Principles and Practice of Oncology. 10th ed. Philadelphia, Pa: Lippincott Williams & Wilkins; 2015.
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Roschewski MJ, Wilson WH. Chapter 106: Non-Hodgkin Lymphoma. In: Niederhuber JE, Armitage JO, Doroshow JH, Kastan MB, Tepper JE, eds. Abeloff’s Clinical Oncology. 5th ed. Philadelphia, Pa: Elsevier; 2014.
Actualización más reciente: agosto 1, 2018
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