Muchos de los síntomas de la leucemia en niños pueden deberse también a otras causas, y la mayoría de las veces estos síntomas no son causados por leucemia. No obstante, si su hijo presenta cualquiera de ellos, es importante que un médico le examine para que se pueda determinar la causa y recibir tratamiento de ser necesario.
La leucemia se origina en la médula ósea, lugar donde se forman nuevas células sanguíneas. Los síntomas de la leucemia a menudo son causados por problemas en la médula ósea. A medida que las células leucémicas se acumulan en la médula, pueden sobrepasar en número a las células sanguíneas normales. Como resultado, un niño puede que no tenga suficientes glóbulos rojos, glóbulos blancos ni plaquetas normales. Estas carencias se manifiestan en las pruebas de sangre, pero también pueden causar síntomas. Las células leucémicas también podrían invadir otras áreas del cuerpo, lo cual también puede causar síntomas.
Síntomas causados por recuentos bajos de glóbulos rojos (anemia): los glóbulos rojos llevan oxígeno a todas las células del cuerpo. Una disminución de glóbulos rojos puede causar síntomas como:
- Sensación de cansancio
- Debilidad
- Sensación de frío
- Mareo o aturdimiento
- Dificultad para respirar
- Piel más pálida
Síntomas de una disminución de glóbulos blancos normales: los glóbulos blancos ayudan al cuerpo a combatir las bacterias. Los niños con leucemia a menudo tienen altos recuentos de glóbulos blancos, pero la mayoría de ellos son células de leucemia que no protegen contra la infección, y no hay suficientes glóbulos blancos normales. Esto puede ocasionar:
- Infecciones que pueden ocurrir debido a una escasez de glóbulos blancos normales. Los niños con leucemia pueden contraer infecciones que no parecen desaparecer o pueden contraer una infección después de otra.
- Fiebre, a menudo es el principal signo de infección. Sin embargo, algunos niños pueden presentar fiebre sin tener una infección.
Síntomas causados por recuentos bajos de plaquetas: las plaquetas en la sangre normalmente ayudan a detener el sangrado. Un número disminuido de plaquetas puede causar:
- Tendencia a presentar fácilmente moretones y sangrados
- Sangrado nasal frecuente o severo
- Sangrado de las encías
Dolor de huesos o de articulaciones: este dolor es causado por la acumulación de células leucémicas cerca de la superficie del hueso o dentro de la articulación.
Hinchazón del abdomen: las células leucémicas se pueden acumular en el hígado y el bazo y causar que estos órganos aumenten de tamaño. Esto podría notarse como llenura o hinchazón del abdomen. Generalmente las costillas inferiores cubren estos órganos, pero cuando están agrandados a menudo el médico los puede palpar.
Pérdida de apetito y de peso: si el bazo y/o el hígado se agrandan demasiado, pueden presionar otros órganos, como el estómago. Esto puede ocasionar que el niño se sienta lleno después de comer solo una pequeña cantidad de alimentos, produciendo pérdida de apetito y pérdida de peso con el tiempo.
Ganglios linfáticos hinchados: algunas leucemias se propagan a los ganglios linfáticos, los cuales son normalmente grupos de células del sistema inmunitario en el cuerpo que tienen la forma de un frijol. Se pueden observar o sentir ganglios agrandados como masas debajo de la piel en ciertas partes del cuerpo (como a los lados del cuello, en las áreas de las axilas, sobre la clavícula o en la ingle). También puede ocurrir hinchazón de los ganglios linfáticos que se encuentran en el interior del pecho o del abdomen, pero esta sólo puede observarse mediante estudios por imágenes, como CT o MRI.
En los infantes y los niños, los ganglios linfáticos a menudo se agrandan cuando combaten una infección. Un ganglio linfático agrandado en un niño con mucha más frecuencia es un signo de infección que de leucemia, pero un médico lo debe revisar y hacerle un seguimiento minucioso.
Tos o dificultad para respirar: algunos tipos de leucemia pueden afectar a las estructuras en el centro del pecho, tales como los ganglios linfáticos o el timo (un órgano pequeño ubicado frente a la tráquea, el conducto de respiración que conduce a los pulmones). El agrandamiento del timo o de los ganglios linfáticos en el pecho puede presionar la tráquea, causando tos o dificultad para respirar.
En algunos casos en que el recuento de glóbulos blancos es muy alto, las células de la leucemia pueden acumularse en los pequeños vasos sanguíneos de los pulmones, lo que también puede causar dificultad para respirar.
Hinchazón en la cara y los brazos: un timo agrandado puede causar presión sobre la vena cava superior (SVC), una vena grande que lleva sangre desde la cabeza y los brazos de vuelta al corazón. Esto puede hacer que la sangre "retroceda" en las venas. A esto se le llama síndrome de la SVC, y puede causar hinchazón en el rostro, cuello, brazos y la parte superior del tórax (algunas veces con una coloración roja azulada de la piel). Algunos otros síntomas son: dolores de cabeza, mareos y, si afecta el cerebro, un cambio en el conocimiento. El síndrome de la SVC puede ser potencialmente mortal de modo que requiere tratamiento inmediato.
Dolores de cabeza, convulsiones y vómito: unos pocos niños tienen leucemia que ya se ha propagado al cerebro y a la médula espinal cuando se descubre. Esto puede dar lugar a síntomas tales como dolores de cabeza, dificultad para concentrarse, debilidad, convulsiones, vómitos, problemas de equilibrio y visión borrosa.
Erupciones en la piel, o problemas en las encías: en los niños con leucemia mieloide aguda (AML), las células leucémicas se pueden propagar a las encías, causando hinchazón, dolor y sangrado.
Si la AML se propaga a la piel, puede dar origen a pequeños puntos de color oscuro que pueden parecer un sarpullido común. Una acumulación de las células de la AML debajo de la piel o en otras partes del cuerpo se llama cloroma o sarcoma granulocítico.
Cansancio extremo y debilidad: una consecuencia poco común, pero muy grave de la AML es el cansancio extremo, la debilidad y la dificultad en el habla. Esto puede ocurrir cuando un gran número de células leucémicas causa que la sangre se vuelva demasiado espesa y se haga más lenta la circulación a través de los pequeños vasos sanguíneos del cerebro.
Como se indicó anteriormente, es probable que la mayoría de los síntomas presentados anteriormente se deban a una dolencia distinta a leucemia. Aun así, resulta importante que un médico le examine para determinar y tratar la causa de los síntomas, de ser necesario.