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Para preguntas médicas, le animamos a revisar su información con su médico.
Un factor de riesgo es todo aquello que afecta la probabilidad de que usted padezca una enfermedad, como por ejemplo el cáncer. Los distintos tipos de cáncer tienen diferentes factores de riesgo. Algunos factores de riesgo, como el fumar, pueden cambiarse. Otros, como la edad de la persona o sus antecedentes familiares, no se pueden cambiar.
No obstante, el tener un factor de riesgo, o incluso varios factores, no significa que usted padecerá la enfermedad. Además, algunas personas que padecen la enfermedad puede que hayan tenido pocos o ninguno de los factores de riesgo conocidos.
Varios factores pueden aumentar las probabilidades de que una persona padezca un carcinoma hepatocelular (HCC).
El carcinoma hepatocelular es mucho más común en los hombres que en las mujeres. Gran parte de esto se debe probablemente a comportamientos que afectan a algunos de los factores de riesgo descritos más adelante. El subtipo de HCC fibrolamelar es más común en las mujeres.
En los Estados Unidos, los estadounidenses de raza oriental y los isleños del Pacífico tienen las tasas más altas de cáncer de hígado, seguidos por los hispanos/latinos, los indios estadounidenses/oriundos de Alaska, y los estadounidenses de raza negra.
A escala mundial, el factor de riesgo más común del cáncer de hígado es la infección crónica (a largo plazo) con el virus de la hepatitis B (HBV) o el virus de la hepatitis C (HCV). Estas infecciones causan cirrosis del hígado y son las responsables de que el cáncer de hígado sea el tipo de cáncer más común en muchas partes del mundo.
En los Estados Unidos, las infecciones con hepatitis C es la causa más común de cáncer hepatocelular, mientras que en Asia y en los países en desarrollo, la hepatitis B es más común. Las personas infectadas con ambos virus tienen un alto riesgo de padecer hepatitis crónica, cirrosis y cáncer de hígado. El riesgo es aún mayor si consumen bebidas alcohólicas en exceso (por lo menos seis bebidas alcohólicas al día).
El HBV y el HCV se pueden propagar de persona a persona por compartir agujas contaminadas (entre usuarios de drogas), sexo sin protección, o durante el nacimiento. También pueden ser transmitidos a través de transfusiones de sangre, aunque esto ha ocurrido muy pocas veces en los Estados Unidos desde que se realizan pruebas para detectar estos virus en los productos sanguíneos. En los países en desarrollo, los niños algunas veces contraen infecciones de hepatitis B debido al contacto prolongado con familiares que están infectados.
El HBV es más probable que cause síntomas, como enfermedades parecidas a la influenza (gripe), e ictericia (una pigmentación amarilla de los ojos y la piel). No obstante, la mayoría de las personas se recuperan completamente de la infección por HBV dentro de pocos meses. Sólo un porcentaje muy pequeño de adultos se vuelve portadores crónicos (y tienen un riesgo mayor de cáncer de hígado). Los infantes y los niños de corta edad que resultan infectados tienen un mayor riesgo de volverse portadores crónicos.
Por otro lado, es menos probable que el HCV cause síntomas. Sin embargo, la mayoría de las personas con HCV contraen infecciones crónicas, las cuales tienen más probabilidad de causar daño hepático o incluso cáncer.
Otros virus también pueden causar hepatitis, como el virus de la hepatitis A y el de la hepatitis E. Sin embargo, las personas infectadas con estos virus no contraen hepatitis crónica, ni cirrosis; tampoco tienen un mayor riesgo de cáncer de hígado.
La cirrosis es una enfermedad en la que las células del hígado se han dañado y reemplazado por tejido cicatrizado. Las personas con cirrosis tienen un mayor riesgo de cáncer de hígado. La mayoría (no todas) de las personas que padece cáncer de hígado ya tienen cierta evidencia de cirrosis.
Existen varias posibles causas para la cirrosis. En los Estados Unidos, la mayoría de los casos ocurre en personas que consumen mucho alcohol o que tienen infecciones crónicas con HBV o HCV.
La enfermedad de hígado graso que no se debe al consumo de alcohol, es una afección común en las personas obesas. Las personas con un subtipo de esta enfermedad conocida como esteatohepatitis no alcohólica (NASH) podrían desarrollar cirrosis.
Algunos tipos de enfermedades autoinmunes que afectan el hígado también pueden causar cirrosis. Por ejemplo, en la cirrosis biliar primaria (PBC), los conductos biliares en el hígado están afectados e incluso destruidos, lo que puede ocasionar cirrosis. Las personas con PBC avanzada tienen un alto riesgo de cáncer de hígado.
Ciertas enfermedades metabólicas hereditarias pueden causar cirrosis.
Las personas con hemocromatosis hereditaria absorben demasiado hierro del alimento que consumen. El hierro se asienta en tejidos por todo el cuerpo, incluyendo el hígado. Si se acumula suficiente hierro en el hígado, esto puede causar cirrosis y cáncer de hígado.
El consumo excesivo de alcohol es una causa principal de cirrosis en los Estados Unidos, lo que se asocia con un riesgo aumentado de cáncer de hígado.
Fumar aumenta el riesgo de padecer cáncer de hígado. Las personas que han dejado de fumar tienen un menor riesgo que los fumadores actuales, aunque ambos grupos tienen un mayor riesgo que las personas que nunca han fumado.
La obesidad (mucho sobrepeso) aumenta el riesgo de padecer cáncer de hígado. Esto probablemente se deba a que puede causar enfermedad del hígado graso y cirrosis.
La diabetes tipo 2 ha sido asociada a un mayor riesgo de cáncer de hígado, generalmente en los pacientes que también tienen otros factores de riesgo, tales como consumo exagerado de alcohol, hepatitis crónica viral, o ambos. Este riesgo puede también ser mayor debido a que las personas con diabetes tipo 2 suelen tener sobrepeso o estar obesas, lo que a su vez puede causar problemas hepáticos.
Algunas enfermedades que aumentan el riesgo de cáncer de hígado son:
Estas sustancias que causan cáncer son producidas por un hongo que contamina al maní, el trigo, la soya, las nueces molidas, el maíz y el arroz. Almacenar estos productos en un ambiente húmedo caliente puede causar el crecimiento de este hongo. Aunque esto puede ocurrir en casi cualquier parte del mundo, es más común en países tropicales y más calientes. Los países desarrollados, como los Estados Unidos y los de Europa, realizan pruebas a los alimentos para determinar los niveles de aflatoxinas.
La exposición prolongada a estas sustancias es un factor de riesgo principal para el cáncer de hígado. El riesgo aumenta aún más en las personas con infecciones por hepatitis B o C.
La exposición a estos químicos aumenta el riesgo de padecer angiosarcoma del hígado (consulte ¿Qué es el cáncer de hígado?). También aumentan el riesgo de padecer colangiocarcinoma y cáncer hepatocelular, pero a un grado mucho menor. El cloruro de vinilo es un químico que se usa en la fabricación de algunos tipos de plástico. El thorotrast es un químico que en el pasado se les inyectaba a algunos pacientes como parte de ciertas pruebas radiológicas. Cuando se identificaron las propiedades cancerígenas de estos químicos, se tomaron medidas para eliminarlos o para reducir la exposición a estos. El thorotrast ya no se usa y la exposición de los trabajadores al cloruro de vinilo está regulada estrictamente.
Los esteroides anabólicos son hormonas masculinas que algunos atletas utilizan para aumentar su fuerza y masa muscular. El uso prolongado de los esteroides anabólicos puede aumentar levemente el riesgo de cáncer hepatocelular. Los esteroides parecidos a la cortisona, como la hidrocortisona, la prednisona y la dexametasona, no conllevan este mismo riesgo.
Dado que la infección por hepatitis B crónica puede conducir a cirrosis y luego a cáncer de hígado, vacunarse contra el virus la hepatitis B puede proteger a las personas del cáncer hepático causado por el virus de la hepatitis B.
Se sabe que las infecciones crónicas con hepatitis B o incluso hepatitis C pueden conducir a cirrosis y cáncer de hígado. Recibir tratamiento para cualquiera de estas infecciones puede reducir el riesgo de cáncer de hígado.
Se ha demostrado que la aspirina reduce el riesgo de padecer algunos cánceres. Algunos estudios han demostrado un riesgo reducido de cáncer de hígado con el uso regular de aspirina, pero se necesita más investigación sobre este tema.
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Actualización más reciente: abril 1, 2019
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